Diario cultural de Madrid

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Autoretrato de un capitalista español

Alberto San Juan protagoniza Autoretrato de un joven capitalista español

Alberto San Juan protagoniza Autoretrato de un joven capitalista español

El Teatro Alfil, cuna del teatro de humor independiente más puntero de la capital, se ha decidido esta vez por un formato algo diferente, aunque conservando la política y la reivindicación social como hilo conductor, algo habitual en sus funciones. Se trata de Autorretrato de un joven capitalista español, un monólogo muy poco al uso, dirigido y protagonizado por Alberto San Juan.

El autor/actor confiesa en el propio espectáculo que la motivación principal de éste no es la reivindicación, la denuncia ni la rabia, si no que es la falta de ingresos. «Me ha salido una serie, sí, pero con eso no como«. Utiliza su propia figura de actor con relativo éxito que ha tenido años boyantes para reflejar la decadencia de los últimos tiempos.

Y lo hace a través de un monólogo de casi dos horas plagado de datos históricos que van desde la segunda República hasta ayer mismo, pasando, por supuesto, por la Guerra Civil, la dictadura franquista, la Transición y la democracia.  Engaños, conspiraciones, operaciones secretas, tratos y tretas políticas siembran un discurso salpicado de fechas, nombres y lugares que pueblan nuestra memoria colectiva.

“Soy capitalista. Tengo cuenta en un banco que especula con alimentos. Tengo un seguro médico privado. Tengo la luz contratada con una empresa que roba a sus clientes porque su objetivo es el máximo beneficio. Cuando trabajo cobro el sueldo más alto que pueda conseguir, sin preocuparme de cuál es el sueldo y el resto de las condiciones laborales de mis compañeros. Puedo ayudar económicamente a un amigo, pero nunca a costa de rebajar mi nivel de vida. Quiero preservar mi fama, mi cotización comercial, mis propiedades. La sociedad en la que vivo es injusta hasta la crueldad. Me gustaría que cambiase, pero no estoy dispuesto a perder en el intento aquello que he logrado acumular. Estoy hablando muy en serio.”

Partiendo de esas premisas, San Juan va desgranando, en un monógolo algo caótico, hay que decirlo, hechos que quizá no todo el mundo conozca o recuerde, relacionados con el poder establecido y la forma que éste tiene de tomarnos el pelo.

Con acidez, ironía y virulenta rabia en algunos momentos el prolífico actor va poniendo sobre la mesa las cartas que muchos hemos sospechado alguna vez, frases que a todos nos gustaría gritar a las puertas del Congreso, preguntas que todos nos hacemos y nadie nos responde.

Descarado, radical, drástico, procaz, impertinente… El discurso de Alberto San Juan es muchas cosas pero bebe de los libros que pueblan el escenario durante la obra, de forma que nadie pueda acusarle de mentiroso. La obra se convierte así en una soflama que las españas de Machado vilipendiarán o adorarán según su color.

Eso sí, no hay que restarle importancia a la parte dramática, a pesar de la fuerza del discurso. San Juan consigue que el espectador se pregunte si es él mismo quien habla, o es su personaje; si los arrebatos de furia son tan auténticos que sólo se pueden ver ese día en esa actuación y si las luces, realmente, son tan flojas que el autor y director del espectáculo no llega a leer lo que pretende. Como en casi todos sus trabajos (no tanto en esa serie que citábamos al principio, recientemente estrenada), Alberto San Juan conmueve y remueve.

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Esta entrada fue publicada en 23 May, 2013 por en Teatro y etiquetada con , , , .